viernes, 4 de septiembre de 2009

dos monedas de oro

Cifras borradas, lo que quiere morir, lo que quiere salir, lo que quiere querer, el punto de escape siempre, siempre el agujero en la tela del cuadro congelado.
Fantasmas probándose mis huellas como si fueran patines en caminos que no llevan a ninguna parte, a un jardín arrasado, a una fiesta de mugre abandonada.

Algo que me pudiera arrancar sacando estas palabras de mi, brazos que alzaron y abrazaron y penden de una marioneta de molino viejo de cartón.
Me llora el tiempo, hay una fina película de espanto en el espejo, un vapor de odio aún en las narices del monstruo vencido.
Gastarme los pies en la poética de la tierra, el rostro manchado de calentarme en chimeneas ajenas.

Y el cuerpo que los sueños tironean desde otro mundo como una bolsa inerte.
Mi pared de corazón sirve para que raspe fósforos húmedos el diablo de las tabernas del puerto. Lo que tuve, una corta tibieza de rata en el regazo.


El silencio que calma, como una canción dormida.No dejo una historia. Todo lo que filmé con los ojos se borra en un vaso lejano, desaparece en el confín de un viento de otra parte.